Esta prueba es ideal para resolver dudas sobre relaciones de parentesco sin necesidad de comprometer la identidad de las personas que participan en ella. Se trata de una prueba discreta, para conocer con seguridad determinada información.
Normalmente, son los padres los que inician este tipo de pruebas para aclarar una situación complicada con menores involucrados, a quienes se les trata de proteger emocionalmente. También es relativamente común que los hermanos de distintas madres o padres quieran certificar su filiación biológica.
Esta prueba no cuenta con una validez legal ante un juzgado porque en el informe no constan los nombres de los implicados. Es decir, no se puede acreditar que las personas involucradas en el análisis sean realmente quienes se presentan ante el juez.
Sin embargo, no se debe confundir esta falta de validez legal con la precisión de los resultados, ya que es exactamente la misma.
Habitualmente las muestras a analizar se obtienen directamente por punción venosa, punción dactilar o mediante un hisopado bucal mediante un frotis bucal realizado con hisopos de algodón que se introduce en la boca y frotas por el interior de la mejilla.
También se puede obtener ADN de otros muchos tipos de muestras:
– Uñas cortadas (mínimo 5 a 10 recortes de uñas).
– Pelos arrancados, con raíz o bulbo (mínimo 5 a 10) (los pelos cortados no sirven).
– Colillas de cigarrillo, cepillos de dientes, chicles, caramelos.
– Manchas de sangre (algodón, gasas), de semen (preservativos) o de sudor (ropa sucia).
– Pañuelos con mucosidades, cotonetes con cerumen.
– Dientes de leche, pinzas de ombligo y cordones umbilicales.
– Orina (pañales).
– Restos cadavéricos (huesos y dientes).
– Tejidos biológicos (biopsias en parafina).
La muestra recomendada siempre será la de sangre o el hisopado bucal , obtenida a través del frotis bucal. Son las muestras más utilizadas.
En el caso de no poder acceder a este tipo de muestras por el motivo que sea, siempre se podrán llevar otro tipo de objetos como los anteriormente especificados.
Una vez recogida la muestra, se deberá aislar y proteger lo antes posible, introduciéndola en una bolsa o contenedor limpio y desechable (de un solo uso para evitar que pudiera haber restos que contaminen la muestra).
Por norma general, no hará falta conservar la muestra a ninguna temperatura una vez tomada. Lo que sí será aconsejable es enviar lo antes posible al laboratorio el objeto o sustancia a analizar, para minimizar el riesgo de contaminaciones.